No hay esfuerzo latente
Que confunda las fatales clarividencias
Ni impedimentos celestiales
Que eviten cualquier tipo de corrupción.
Las argucias de tus placeres
Me conquistan y perturban
Porfiándome de la falsa devoción
Que trasmuta en silogismos y deducciones.
Gratitud serena a la utilidad taciturna
Y a los ritmos sombríos que devoran rostros de fe
que filtran decrépitas veladas
de soledad, pena y abandono.
Me resguardo de los sismos antinaturales
Contra los que constantemente me haces enfrentar
Y socorro a mis propios engendros
De la locura por el deseo de frenesí sin lugar.
Extingo indolencias
que arrebaten al placer
Y languidezco mientras tanto
Por ser yo misma parte de todo éste quehacer.
Me nublo...
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